El mundo de ayer

El mundo de ayer" de Diastema se interna en los entresijos ocultos de la política. Ante unas nuevas elecciones, la presidenta, Elisabeth, interpretado por 

Lea Drucker, recibe malas noticias de parte de su secretario de las encuestas preelectorales que dan la victoria a su oponente radical de extrema derecha. Su secretario, interpretado por

Denis Podalynes, ( los dos protagonistas ya trabajaron juntos en "El buen maestro" de Olivier Ayache- Vidal) le advierte que la caída de Francia supondrá que la totalidad de Europa se derrumbe en manos del radicalismo. Todo ello porque están apoyados por Rusia y su candidato no tiene nada que hacer porque se va a difundir dentro de nada un vídeo donde se saca el trapicheo de dinero negro en una cartera de la cual será beneficiario. Incluyen hechos de la realidad que le dan mayor veracidad como por ejemplo, el atentado producido en París en noviembre de 2015. 

Escenifica las miserias políticas. En fin retrata fielmente los escondrijos de la basura política y su deshumanización.

Título original Le Monde d'hier

Año                 2022

Duración         89 minutos

Dirección         Diasteme

Guion              Diasteme

Música            Valentine Duteil

Fotografía       Philippe Guibert

Reparto           Lea Drucker, Denis Podalydes,

                        Alban Lenoir, Benjamin Biolay,

                        Emma de Caunes, Jeanne Rosa,

                        Jacques Webwer, David Faure,

                        Thierry Godard.

La presidenta de Francia y el secretario general mantienen una conversación personal sobre el destino del partido y su próximo candidato que muestra signos reales de corrupción. La trama sigue sobre los espías que tiene el secretario sin que la presidenta lo sepa. Hay detrás de todo ello una red de informadores que tienen al corriente al secretario. Sus servicios secretos han investigado y el oponente realiza adulterio y es una carta que pueden destapar en el caso de que ataquen a su candidato: adulterio contra corrupción. El secretario azuza constantemente para que derrote a su oponente, porque es un peligro mundial. Achucha sin parar para que entre al ataque que no se quede parada sin hacer nada. Debe frenar el avance de la ultraderecha, pues eso no es difícil después de haber participado en otras guerras donde había muertos y desastres mayores. Tanto la presidenta como el secretario siguen su ruta: la primera con inauguraciones programadas anteriormente y el segundo, visita a su candidato para alertarlo de las encuestas que están igualadas con su oponente. Como sucede siempre, antes de conseguir la victoria ya están repartiendo ministerios. Vemos que los políticos se destripan por detrás, pero cuando están delante se adulan. Hay una constante hipocresía, vanidad y mezquindad humana detrás de todo el tinglado. Mientras, la presidenta actual que acaba su mandato en tres semanas le aparece una enfermedad grave que quiere obviar, porque necesita cumplir con los plazos de presidenta establecidos, pero su hija y su exmarido saben de la enfermedad y eso es un problema. Sin embargo, sus asesores le tienen preparado un plan: quitar de en medio al candidato aludiendo un cáncer y posponer las elecciones presentándose ella otra vez. Da el visto bueno. Ella quiere ser la lanza de un mundo ecológico y limpio que fuerce a seguirla el resto de países de Europa, pese a que Rusia y Estados Unidos no están por la labor. Llegadas las elecciones y un atentado terrorista en París servirá para que la oposición cargue duro contra el gobierno, porque dice que lo podía haber evitado y no hizo nada. En esa lucha de egos, los políticos son piezas que ascienden al cielo un día y el siguiente les darán una patada en el culo porque les molestan, como ocurre con el gran secretario que hasta ahora movía los hilos del país y en unos minutos se ha vuelto sospechoso y obligado a dimitir de su cargo. Ante esa situación, como siempre ocurre en estos casos, los suicidios y las muertes se suceden. Finalmente, el mundo de la política no tienen escrúpulos y está lleno de hienas que se comen vivos si hiciera falta a su oponente o incluso al de su mismo partido con tal de ocupar el sillón presidencial.