viernes, 10 de octubre de 2025

La historia de Souleymane


La película "La historia de Souleymane" de Boris Lojkine( premio del jurado y del actor principal en Cannes 2024) arranca con un inmigrante en las colas de cualquier institución estatal donde se validen unos documentos que acrediten una nacionalidad. 



El personaje, interpretado por Abou Sangare, está situado en la cola con sus papeles en la mano. No muestra cara de alegría, sino de sufrimiento, porque teme lo peor: lo van a rechazar. Hay un silencio largo en esa cola, hasta que lo rompe el funcionario que les pide el documento de citación. Es evidente que nos encontramos ante un cine social de una temática muy manida. Pero no está de más darle otra vuelta a aquello que sabemos y nos da cierta vergüenza de que suceda. En esa sala de espera quiere solicitar su asilo, pero antes contará su historia y penalidades.



 La voz en "off" repasa personalmente su trayectoria en el país, mientras reparte mercancía por la calle. Aprende las consignas, algo que tiene estudiado en un lugar donde paga por ello y no es oficial, pero que son mentiras. Lo que pretende es encandilar a los de inmigración con un cuento chino y que lo acepten en el país. En ese lugar, donde le dan las pautas para engañar, un despacho donde los despluman de pasta, van, él y otros en su condición,  para aprender un relato ficticio delante de  los encargados de entregar los documentos de residencia y allí explican una historia llena de embustes. Vemos que hace de repartidor, pero el tipo trabaja de asalariado para otra persona que es negra como él y como no tiene documentación está la presta la suya para robarle si puede. 



En fin, Souleymene es un tipo que, a cada paso que da, se encuentra con dificultades. Es capaz de trabajar como un burro, pero se le abren socavones por donde camina y es incapaz de superar ese estado de estrés. Es una cinta muy cruel, donde el personaje recibe hostias por todos los lados. El tema es manido, pero no deja de impactarnos los momentos cutres que pasa el protagonista.

Título original L'historia de Souleymane

Año                2024

Duración        92 minutos

País               Francia

Dirección       Boris Lojkine

Guion             Boris Lojkine, Delphine Agust

Fotografía      Tristan Galand

Reparto          Abou Sangare, Amadou Diallo,

                       Nina Meurisse, Kella Diallo,

                       Younoussa Diallo, Yaya Diallo,

                       Emmanuel Yovanie, 

                       Ghistain Mahan, Mamadou Barry,

                       Sory Binta Barry,

                       Karim Bouziane.

     


                 


Souleymane es un inmigrante que necesita los papeles y va repasando la historia de su paso por Francia. Se ha visto implicado en varias manifestaciones en defensa de sus derechos. Ese es el guion que debe aprenderse que es falso, pero le han aconsejado que con él convencerá a los funcionarios de inmigración. Su trabajo consiste en realizar tareas de repartidor por las casas con su bicicleta. El tío es una máquina de esquivar coches y de ir a toda pastilla por las calles de París. Trabaja como una máquina, pero es un fantasma que no existe, ya que sin documentos no le van a dar trabajo. Esto hace que otro colega le dé su correo y se haga pasar por él. Por tanto, hablamos de una doble explotación, es decir, como no le van a dar curro por su condición de ilegal, si protesta lo tiran del país, aguanta las mil y una putadas de otros que sí tienen documentos que acrediten su nacionalidad. Sigue tan puteado con sus paquetes de reparto que no le queda tiempo ni para charlar con sus colegas. El personaje se entrena en una oficina para aprender un relato falso que explique a los funcionarios de inmigración por qué está en el país y los convenza. Con ello, espera que le den los famosos papeles de inclusión en el país. Pero aquí las clases no son gratuitas, siempre debe ir con las pasta por delante, dinero que nunca le pagan, por mucho que trabaje como un esclavo: reparto durante el día, la noche, con lluvia y repasando su guion para vomitar delante del funcionario de inmigración. Y por si esto no fuera suficiente, puede tener accidentes y posteriormente le rechacen la mercancía y con ello que lo penalicen, incluso que su madre enferma se encuentre en su país, lejos de él. Sin embargo, con todas las putadas que recibe, siempre hay una gran humanidad detrás del personaje. Pero la policía puede echarle la zarpa en cualquier momento.  Son demasiados palos en las ruedas como un círculo vicioso de improperios: curra para otro que no le paga, asiste a clases de repaso de aprender una historia falsa, por la que nunca le concederán los famosos documentos y por todo ello le piden dinero que no tiene. Con todo, va de culo en la bicicleta repartiendo paquetes, su madre, en la distancia, está enferma y no puede hacer nada. Y en corto plazo debe presentarse con el cuento aprendido de una historia que él no acaba de entender y no sabe cómo va a hacer creíble ese relato delante de inmigración. En fin, un caos en su cabeza. Una cosa positiva: un comedor colectivo, casa social para indigentes, donde descansar unas horitas, comer de rancho, lavarse la ropa  con prisas y hablar con su gente de igual condición que lo entiende.

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