Tarde para la ira*GOYA

Título original Tarde para la ira

Año                 2016

Duración         92 minutos

País                España

Director          Raúl Arévalo

Guión             David Pulido, Raúl Arévalo

Música           Lucio Godoy

Fotografía      Arnau Valls Colomer

Reparto          Antonio de la Torres, Luis Callejo,

                      Ruth Díaz, Manolo Solo, Alicia

                      Rubio, Raúl Jiménez, Font García

                 

Raúl Arévalo es ese actor joven con una larga carrera de títulos detrás de él. en su película como director, "Tarde para la ira", ha succionado como un vampiro las experiencias vividas con todos  los directores que ha tenido para sacar lo mejor de ellos. Sobre todo trasmitir  con esos primeros planos las sensaciones más naturales de los actores.

Éstos brillan con sus personajes de perdedores de la sociedad, castigados por la casualidad o por la sed de venganza. La frescura de sus papeles le llega de aquellos papeles que pasaban por las terrazas de la ciudad de la mano del director Daniel Sánchez Arévalo (otro Arévalo) en  "AzulOscuroCasiNegro" o apalancarse a Antonio de la Torre de "Primos" y decirle tú sigue el papel, pero sin ser un borracho que deambula sino con el mismo talante de hijoputa que igual te tiras al mar o te tiras a la mujer del hombre que te quieres cepillar a tiros porque si te  tocan a tu familia entrarás en rabia perpetua. Ese actor metido a director que ha trasplantado la mala leche del policía de "La isla mínima" de Alberto Rodríguez en Luis Callejo. Actor que ha pillado la cámara con la intención de hacerlo igual o mejor que sus maestros y supongo que ha llegado para quedarse en posteriores ocasiones porque su dirección es más que notable. Ahí está bien colocado en la parrilla de salida con once nominaciones de las gordas a los Goya: mejor película, mejores actores principales Antonio de la Torre y Luis Calleja,

 mejor actor de reparto, Manolo Solo,

con un papelito de cinco minutos que no tiene desperdicio, director novel, actriz revelación en Ruth Díaz.

No le falta nada por nominar otra cosa será los premios que reciba. La historia se va encabronando a medida que pasa el tiempo y los personajes se van colocando en lo que realmente son: unos resentidos de la vida con ganas de ajustar las cuentas pendientes.

La trama pasa por una venganza raíz de una paliza que propinan unos atracadores de una joyería a unos individuos que se cruzan en su camino, pero con la mala suerte que un pariente, José, no descansará hasta encontrar a los causantes de tal paliza a los suyos para darles su merecido. No tiene prisa solo necesita aquello que le sobra: tiempo. Por eso, se acerca por los contornos donde se ha desarrollado la tragedia y se mete en el ambiente de cartas de bar y si hace falta en la cama de la chica de uno de los causantes del robo. Quiere ajustar las cuentas como sea a golpe de puñal o del material punzante que se tenga a mano contra los causantes de su desgracia. No importa le importa la manera de matar y puede cambiar el sistema a perdigonazo limpio. El arma que utilice es lo de menos porque lo que tiene claro es que quiere cargarse a los que hicieron tal despropósito con los suyos. La película recorre planos cercanos de los protagonistas para resaltar la mala hostia del personal. Y la violencia no tiene fin, allí donde encuentre el personaje lo ejecuta y a por otro. La película muestra dos caras: la primera más amable que cuenta el acercamiento de este tipo tan especial en los dominios de los asaltantes y una segunda parte donde se desata la ira final con el sangriento desenlace. El director se toma la libertad de ajusticiar de una manera más bestia o sencillamente con una elipsis de un disparo a quemarropa sin salir en la cámara. Maneja los tiempos como le da la gana y creo que le sale muy bien. En definitiva, un thriller que te mantiene a la expectativa sin saber donde puede acabar la violencia o no terminará hasta que quede uno de la pandilla en pie.