domingo, 2 de octubre de 2022

Alcarrás


 

Título original Alcarrás

Año                2022

Duración        120 minutos

Dirección        Carla Simón

Guión             Carla Simón, Arnau Vilaró

Música           Andrea Koch

Fotografía      Danela Cajías

Reparto          Jordi Pujol Docet, Anna Otín,

                       Xenia Roset, Albert Bosch,

                       Ainet Jounou, Josep Abad,

                       Montse Oró, Carles Cabós,

                       Berta Pipó.

 "Alcarrás" de Clara Simón ( directora que sabe tocar la tecla acertada para, por medio de la naturalidad de los personajes o del paisaje, conseguir la atención del espectador y un ramillete de premios asegurados, en este caso, el Oso de oro del festival de Berlín 2022, pero no es el único con "Verano de 1993" ya se alzó con el premio Goya 2017 a la mejor dirección y seleccionada para ir a los Oscar, si la eligen.) cuenta la vida de unos campesinos en tierras de Lérida, en el mismo pueblo que da nombre a la película: Alcarrás. La directora, con buen criterio, echa mano de actores no profesionales, hombres del campo, para darle mayor veracidad a la historia. Esa verdad de las historias de cualquier rincón de un pueblo como pasaba en "La inocencia" de Lucía Alemany donde esos personajes sencillos buscan tozudamente una meta sin detenerse en considerar otros criterios, sino que se aferran a un sentimiento personal y no lo abandonarán.Se centra en los problemas cotidianos, que no son pocos y variados, de unos campesinos por el cultivo de la fruta de unos campos que ni siquiera son suyos. Para empezar, deben marchar de sus tierras porque los campos que siempre han cultivado se compraron de forma poco oficial, de palabra y por mucho que busquen un documento poco encontrarán y el pobre viejo, nada sabe de papeles sino de palabra con el anterior dueño. 


Es decir, ellos, en tiempos de guerra ayudaron a los dueños, los Pinyol, a llevar adelante las cosechas y poco a poco se apoderaron de las tierras, pero ahora, pasado el tiempo, aparecen los verdaderos dueños con otros aires y con la intención de desalojarlos del lugar. Después, las dificultades añadidas que acarreará mantener los árboles frutales  con la plaga de conejos acechando las frutas.Todo ello se pasa junto a los niños que viven en su propio mundo al margen de las dificultades que se les vienen encima. Quimet, el padre, protagonizado por 

Jordi Pujol Dolcet, está metido de lleno en sus tareas de agricultor y por mucho que le digan que debe cambiar de trabajo, él lleva metido el campo en la sangre y no abandonará esas tierras tan fácilmente por mucho que su cuñado le diga que hay que dar un paso atrás.



Alcarrás muestra con naturalidad la dureza de las tareas del campo. El padre de familia está enganchado de la espalda de tanta tarea acumuladora de recolección de fruta, por si fuera poco de noche hay que hacer frente a la plaga de conejos a base de tiros. Ese frutal que debe ser recogido cuanto antes ya que una granizada o el paso del tiempo puede tirar por tierra todo el trabajo empleado durante el año y el dinero para pasar hasta la siguiente cosecha. La tarea  llega toda de golpe y cada día deben echar mano de personal ilegales, que buscan en la plaza del pueblo para sacar la fruta del árbol cuanto antes. Así pues, vemos con toda naturalidad la actuación de los agricultores del campo, tal y como son. Sus quehaceres quedan reflejados: recogida de la fruta, llevarla al almacén ,las protestas pertinentes por los bajos precios que reciben, además, se ve la vida campechana fuera del campo, comidas de reuniones familiares, broncas por criterios diferentes con el porrón en la mano. Esa vida dura del padre que inculca constantemente a su hijo para que estudie y se olvide de los campos que no tienen ningún futuro, pese a que él se entrega con cuerpo y alma a sus tareas agrícolas. Contrasta con el hijo joven y mayor que se preocupa por la recolección y por divertirse a tope en los ratos libres, vive el presente sin importarle lo más mínimo el futuro. Las dificultades se acumulan y hay parientes que están a favor de colocar placas solares en el lugar de los árboles, pues darán más beneficios.La fruta ya no da para vivir, Por otro lado, los niños, en época de vacaciones de verano deben montarse sus aventuras en los campos de hortalizas, allí comen sandía y realizan batallas con lechugas, crean naves espaciales o cabañas para crear sus propias historias al margen de los adultos. En definitiva, muestra con sencillez las dificultades casi agobiantes por no decir suicidas de una parte de la sociedad rural que ya no puede resistir el ritmo social actual de bajada de precios que lo margina hacia el abandono definitivo y para siempre del campo de cultivo. 

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