miércoles, 2 de octubre de 2024

Pequeños grandes amigos




"Pequeños grandes amigos" de Andrea Bescond y Eric Metayer ya en el inicio lleva la etiqueta de cine social. Siempre es aquel que muestra un conflicto, normalmente del colectivo de trabajadores necesitados económicamente. Así, en ese lugar o en otro, las personas que se entrometen y discuten por una causa que ellos ven justa tendrán problemas. Aquí se inicia con las protestas de unos empleados de una residencia de ancianos que se quejan a su jefe por la falta de recursos, pues trabajan demasiadas horas sin reconocimiento alguno. 




Esa protesta ya de por sí en un lugar donde los recursos humanos deben ser y estar a una altura superior, porque se trata con personas que, en muchos casos, son tratados como animales o peor como objetos inservibles. La historia se desarrolla  con esa falta de recursos que acarrean problemas en el personal tanto mentales como físicos. Ante esa dejadez y maltrato, vemos a unos ancianos depresivos con el vértigo de la muerte que les ronda. La guadaña segadora de vidas les amenaza sus cuellos. Sin embargo, choca frontalmente con falta de comprensión de la sociedad hacia ellos. Ya no son mirados como humanos, sino como escoria.




Las cosas se pueden poner más complicadas si a todo ello un grupo de adolescentes que acaban de aterrizar en el asilo y deben compartir el espacio, porque en su escuela tienen obras y deben ubicarlos allí por unos días. Ese choque de edades causará ciertos enfrentamientos indeseados como el comentario de uno de los chicos recién llegados: " dónde nos traéis a un cementerio o que tenéis miedo porque estáis a punto de morir". Así, un auxiliar, interpretado por 





Vincent Macaigne ( "Crónica de un amor efímero" de Emmanuel Mouret tendrá una pugna dialéctica con la monitora de los niños interpretado por Aissa Maiga,  e intentará recoger firmas para que saquen del centro a los niños cuanto antes. Al final esa colisión llevará a momentos dulces y otros amargos.

Título original Quand tu seras grand

Año                 2023

Duración         99 minutos

Dirección         Andrea Bescond y Eric Métayer

Guion              Idem

Música             Robin Courdet

Fotografía        Emmanuel Soyer

Reparto            Vincent Macaigne, Aissa Maiga,

                          Marie Gillain, Carole Franck,

                          Chistian Sinniger, Eric Métayer,

                          Evelyne Istria, Kristen Billon,

                          Sylvie Artel, Bernard Bloch





El grupo de niños hacen su aparición en el comedor de los ancianos con el estruendo que llevan los jóvenes. La irrupción en ese lugar, pese a que el director ya lo sabe, es pura improvisación, pues no hay suficientes mesas preparadas ni un orden establecido. El descontrol es desalentador, pero las exigencias de la monitora para que les sirvan lo que ella quiera también. Es decir, si hace unos minutos los profesionales de la residencia se quejaban porque hacían demasiadas horas sin remunerar, solo falta que ahora aparezca la cuidadora de los niños exigiendo pollo  en lugar de cerdo. En ese centro, pese a las protestas al director, los profesionales ( cosa que no siempre pasa en otros lugares) se dedican con intensidad a atender a esos ancianos maltrechos por la edad que arrastran una carga excesiva de enfermedades por el desgaste del tiempo. Esos auxiliares estresados que atienden con buena cara a toda esa tropa de ancianos corren como en una maratón por medio de los pasillos. Vemos que las dos generaciones, niños y ancianos, sufren enfrentamientos y, en medio, los problemas llegan de parte de los empleados de las diferentes partes. Así pues, no tardarán en producirse conflictos entre las dos facciones que como descerebrados que son unos por viejos y otros por jóvenes, ninguno guardará cordura a la hora de controlarse. Sin duda alguna, se abren grietas de comportamiento entre los conceptos de la vida de unos y otros. Mientras los niños se creen con la potestad de tener toda la vida por vivir y ser poco menos que inmortales, tratan como el culo a los ancianos, estos les recriminan el hecho de que los traten como a momias, pero los ancianos les avisan: "ellos ya han vivido todo, pero la muerte también se puede cebar con ellos que no han vivida NADA". Es evidente que los ancianos tienen y deben hacer la misma vida que el resto de los mortales, pero se debe reconocer que en algunos casos por sus dificultades físicas y psíquicas, esas acciones resultan patéticas. En esa residencia de ancianos, lo más seguro es que algún anciano muera y sus parientes acudan con reprimendas de última hora, por acordarse tarde de ese ser que ahora  ya no está, En fin, vemos el choque de esos dos mundos diferenciados: los que ya no les queda recorrido en la vida y el poco que tienen es una porquería y los otros que se crecen con toda la vida que les falta por pasar. Unos saben que el tiempo pasa en un suspiro, los otros creen que la vida es eterna sin pensar que aquellos dinosaurios, un día del pasado, también fueron adolescentes.




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