Crónica de un amor efímero

 

Una conversación acalorada de una pareja en un bar. Ese es el inicio de "Crónica de un amor efímero" de Emmanuel Mouret. Ese movimiento por el local de un lado a otro parecen indicar que están incómodos. Parece que ya se han visto en otras ocasiones y que el hombre, interpretado por

Vicent Macagne, ya tienen su matrimonio con hijos y esta relación es al margen. No acaba de convencerle la propuesta de la mujer que lo acompaña, interpretado por Sandrine Kiberlain. 

Ella va a tope en la relación y le pide que desea acostarse con él, pero éste no acaba de estar convencido, también quiere, pero da muchos rodeos quiere pensarlo más detenidamente. A partir de aquí, los encuentros se sucederán asiduamente por diferentes lugares, pero con la cama como propuesta final. Se abren los dos en sus sentimientos, pues parece que la relación se acaba de iniciar y se cuentan sus vidas anteriores: él con dos hijos y casado, ella, separada y con los mismos hijos. Conversan de manera rutinaria y pesada, pero su sencillez hace que los personajes resulten entrañables. En fin, lo del amor efímero es la relación que no mira más allá del momento en que están juntos, pues en cuanto se plantean hablar o comentar temas particulares, las cosas se vuelven densas, susceptibles de acabarse para siempre. Los protagonistas no tienen más remedio que vivir en un "Carpe Diem" sin mirar más allá si quieren que su relación triunfe.

Título original  Chonique d'une llaison Passagere

Año                   2022

Duración           100 minutos

País                   Francia

Dirección           Emmanuel Mouret

Guion                 Emmanuel Mouret

Fotografía           Laurent  Desmet

Reparto               Sandrine Kiberlain, Georgia Scallet,

                            Vicent Macaigne, Maxence Tual

Esa pareja de mediana edad que se ha conocido anteriormente y que ahora intentan profundizar en la relación, no tienen nada claro que dure demasiado. Por eso, al inicio hay un tira y afloja para profundizar más allá de las conversaciones.  Ella sin compromisos matrimoniales y con una forma de ser mucho más abierta, no tiene problemas para establecer una relación continuada; él, más conservador con su vida de casado,  sin tenerlo claro de seguir adelante con ese juego sexual que se le viene encima y no acaba de estar convencido con la relación como si en su interior pensara en su mujer que no le deja soltarse del matrimonio. Parece que no tienen marcha atrás, pues ya se encuentran en el apartamento de la chica y están en ese trance inicial de copa y cama. La relación continúa y quedan en museos, parques y otros lugares. Se ven constantemente y él siempre está nombrando a su esposa, pues es consciente de su papel de querida y de ser más amada que la otra. Esa conversación sobre la otra persona se hace persistente. Él comenta que se siente otro persona cuando está con su mujer, pero cuando está con ella cambia, es decir, los comportamientos no son iguales con una que con la otra y esto hace que actúe de otra manera. Así, él considera que lleva dentro dos personalidades diferentes y de esta manera le parece genial. Por lo tanto, si son dos hombres diferentes en uno quiere decir que se siente como si no engañara a su mujer ni a su amante. La relación empieza a complicarse en el momento en que ella abandona ese espacio íntimo de quedar durante un rato y separarse, para ir hacia su espacio profesional y entrometerse en su vida privada. Su amante invade ese territorio inesperado y él no sabe cambiar la personalidad, le pilla descolocado, porque esa chica no puede salir del mundo de la pasión y entrar en su otro mundo. Por tanto, la relación toma una dirección bronca y problemática. Así, la aventura amorosa dura mientras no piensan en la otra vida y se concentran en el presente sin llegar más allá, ni siquiera el día de mañana. Al final, la historia da un giro total y su amante se enamora de otra chica y aquel amor efímero termina.