Título original Bande de filles ( Girlhood)
Año 2014
Duración 112 minutos
País Francia
Director Céline Sciamma
Guión Céline Sciamma
Música Jaen-Baptiste de Laubier
Fotografía Crystel Fournier
Reparto Diabate Idrissa, Rabah Nait Oufella, Tatiana
Rojo, Karidja Touré, Assa Sylla, Lindsay
Karamoh, Mariétou Touré, Idrissa Diabaté,
Simina Soumaré, Dielika Coulibaly, Cyril Mendy,
Djibril Gueye, Binta Diop, Chance N'Guessan,
Damien Chapelle, Nina Melo, Elyes Sabyani.
"Girlhood" de la directora francesa
Céline Sciamma pretende sellar los ojos del espectador con imágenes de lo que sucede en un barrio marginal parisino y
pienso que lo consigue. Las armas que emplea para ello no son otras que la
honestidad y veracidad de unos acontecimientos más que creíbles. El tema lo hemos
visto demasiadas veces: una pandilla de adolescentes, negras en este caso,
descontentas con la sociedad a que les pertenece desarrollarse y los mecanismos que utilizan( las
gamberradas que están a su alcance) para salir de ese estado de abandono y marginación. Así, a bote
pronto, me asalta un título con una estructura parecida como es la excelente
película (1) "Barrio" de Fernando León de Aranoa donde tres chicos pululan por el barrio o "A cambio de nada" de Daniel Guzmán (ganador del Goya a la mejor dirección novel del 2015) aquí también deambulan jóvenes sin destino alguno. En la película que nos toca comentar, el desencanto existencial recae en
la protagonista que se siente acorralada en un destino incierto: sin salida académica y una casa que se le cae encima sin tener
las cosas claras de su situación actual. Lo único que tiene cierto es que no quiere
limpiar los restos que dejan los enfermos de un hospital como hace su madre cada santo día. A su
manera es una lucha de clases. Por qué ella no puedo acceder al bachillerato y estudiar
una carrera, porque es pobre. Lucha por conseguir una posición que tiene perdida de antemano. Va contra esa cadena
genética que le condena a los trabajos bajos de rango social aquellos que nadie quiere
realizar. Es la pataleta adolescente contra un sistema ya establecido de
jerarquías antes de que ella naciera. Cambiar el entorno con las herramientas que dispone se hace harto imposible. Pese a disponer de una
vida por delante no es tarea nada fácil.
Decíamos que el tema estaba muy
manido, pero la directora francesa consigue que el espectador se involucre con
los personajes que entren de lleno en sus vidas. Los diferentes grupos de adolescentes muestran
una carga de testosterona por un lado y de estrógenos por el otro que les hace
violentarse a las primeras de cambio. El fracaso escolar por culpa de un
ambiente marginal deviene en refugiarse en cuadrillas de jóvenes en busca de
otra vida. No quieren trabajar de machacas, de esclavos. Por eso, se quieren buscar la
vida y refugiarse debajo del paraguas de la droga de la prostitución. No queda
otra. Ellas se sienten escoria, pero no van a pasar por el tubo de la
esclavitud de currar una jornada entera por unos euros a final de mes. Hacen
frente como pueden a ese modelo de sociedad que las ha criado, pero que
rechazan porque no van a ser ejes del capitalismo que las esclavice mediante el sistema de formar
una familia y criar a unos hijos. De eso nada. Saben lo que no quieren y buscan la manera de encontrar lo que ellas buscan, pero todavía no lo saben. Quieren hacer frente a esa sociedad adversa y contraria a su forma de ver la vida. No quieren entrar en la máquina de la
sociedad de consumo. Son luchadoras a su manera contra una sociedad que las ha
creado para formar parte de un engranaje que rechazan. Así las cosas, lo más
fácil es que tomen un camino sin retorno que les conduzca directamente al
precipicio. Las imágenes se desarrollan con naturalidad y las situaciones son
verídicas, por ejemplo, si la protagonista se enamora de un chico y en el rellano de una
escalera se dan un morreo, entonces, pasados unos minutos, el sistema de la luz se apaga, pero la escena sigue en una acción de sugerentes movimientos. Son pequeños matices que involucran en la historia al espectador y se cree todo lo que les sucede a las gentes marginales. En definitiva, la
sencillez y la ternura con que se mueven las protagonistas acerca esa visión a
una compasión de esas niñas descarriadas, sin solución posible. Las chicas
atacan con sus armas: frente al consumo, el robo, ante la esclavitud de una jornada en el curro, el cachondeo.
Por tanto, ellas no se sienten integradas en ese mundo donde su rol ya está
predestinado de antemano: recibir unos euros por una jornada completa de trabajo
rutinario. Esa esclavitud no la quieren y su forma de revelarse es la violencia
y el rechazo a las cadenas que llevan puestas desde que nacieron. La vida que
les espera no será un camino de rosas.
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